Nos sorprendió mucho descubrir cómo había nacido la vocación de Paloma Jiménez-Ontiveros cuando la entrevistamos para escribir este post. Esta artista se despertó a su vocación en un viaje por Alemania. Allí, y por casualidad, descubrió la técnica artística del plegado de libros.
Durante su estancia apenas pudo aprender lo más elemental y, de forma autodidacta, se dispuso a explorar una disciplina de la que se había enamorado.
Inspirada en el Origami japonés, esta técnica consiste en el plegado de cada página de un libro para convertirlo en una escultura. Con las hojas se crean distintos movimientos y volúmenes para convertir los textos en esculturas.
Al plegar sus páginas en busca de una nueva forma, el libro nace otra vez, se renueva su esencia, adquiere una tercera dimensión y el “arte literario” se transforma en “arte plástico” sin que el libro pierda en ningún momento su esencia y finalidad. La magia de esta técnica permite que el libro permanezca intacto y, desdoblando las páginas, se pueda volver a leer.
Escultura y literatura se abrazan en el arte de Paloma.
Al contemplar sus obras descubrimos otro sentido en la frase de Edmond de Goncourt “Un libro no es una obra de arte: llega a serlo”
(Un livre n’est jamais un chef-d’oeuvre: il le devient.)